By Ana B. Nieto
Con acordes de música latina que llega de la radio como fondo, Carlos Ventura apura el recorte de la barba de su cliente con detalle y cuidado. Concentrado. Es miércoles, en su negocio La Magia Barbershop y hay una cierta calma a primeras horas de la tarde. “Los fines de semana, a partir del viernes es cuando más gente hay. Trabajamos 12 horas”, explica este dominicano de 31 años cuando ya se ha despedido del meticulosamente rasurado cliente.
A la hora de hablar de su experiencia como inmigrante, dueño de un peqeño negocio en Cypress Hills (Brooklyn) Ventura explica que tuvo que cambiar el toldo y ponerlo más pequeño hace seis meses porque vió las multas que estaban llegando a quienes no lo tenían en regla.
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